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La isla de Hjarnø (Dinamarca) es famosa por el entierro ritual de 10 embarcaciones vikingas dispersas por el cementerio costero de Kalvestene. Aunque de ellas hoy solo quedan las líneas de piedras que bordeaban las naves, estos restos constituyen el principal yacimiento arqueológico del lugar.
Las tumbas son responsabilidad del Museo Nacional de Dinamarca, que se encarga de evitar que las plantas lo cubran y realiza investigaciones como la prospección aérea mediante LiDAR que escaneó la zona en busca de nuevos entierros en 2018. Aunque ese reconocimiento no halló más restos, un equipo australiano ha acudido al yacimiento armado con nuevos datos indicativos de que podría ser mucho mayor de lo que se creía hasta ahora.
Todo empezó con un mapa del cementerio hecho por el estudioso danés Ole Worm en 1650que se conserva en la Universidad Flinders (Adelaide, Australia). En él se veían las naves ya identificadas además de otras diez que parecían haber desaparecido. Así pues, la universidad envió un equipo de arqueólogos al lugar para verificar esta información sobre el terreno. Tras comparar el manuscrito de Worm con el yacimiento, los investigadores encontraron dos áreas elevadas en el sitio exacto en el que este había dibujado un par de tumbas.
Si bien esta teoría todavía tiene que confirmarse arqueológicamente, los investigadores han aprovechado la ocasión para buscar otros restos cotejando las fuentes con los modernos mapas hechos en 2018. Durante estas prospecciones, los arqueólogos se sorprendieron al no encontrar las estructuras ceremoniales con forma circular descritas por Worm. Según sus hipótesis, publicadas en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology, la erosión podría haber destruido tanto dichos círculos como el resto de tumbas desaparecidas.
OFRENDA A NJORD
Este tipo de entierros eran un elemento habitual en la cultura vikinga, pues con ellos se pretendía aplacar al dios Njord, que controlaba los vientos y el mar. Además, como la isla se encontraba en la confluencia de las importantes rutas comerciales que llegaban hasta la ciudad de Horsens, era una escala habitual para los comerciantes vikingos y un sitio ideal en el que invocar la protección divina antes de adentrarse en el mar.
Por ser un lugar tan transitado, el cementerio permaneció vivo en la memoria popular, que pronto lo integró en su folclore. Así pues, según la leyenda escandinava las tumbas no fueron construidas como ofrenda a un dios, sino para homenajear al sabio rey Hiarni, quien tras arrebatarle el trono a su predecesor en batalla le dedicó un hermoso poema como muestra de respeto.
El enigma de estas dos tumbas solo podrá ser resuelto mediante excavaciones arqueológicas, que responderán por fin a la incógnita de las diez naves perdidas.
Fuente: VER