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El cementerio de Alfafar, en Valencia, refleja de manera estremecedora el impacto de la DANA, la última tormenta que azotó con brutalidad el levante español. Un lugar de reposo final se ha transformado en un escenario de desolación, con nichos abiertos, ataúdes esparcidos y recuerdos vulnerados. Los estragos que el temporal ha dejado en la zona no solo han golpeado viviendas y negocios; también han alcanzado a quienes ya no están y a las familias que aún guardan luto.
El desastre ha sido tan devastador que es difícil creerlo. Según quienes han presenciado la escena, entre ellos el reportero Javi Fuente, el agua y el fango arrasaron las paredes del cementerio y arrastraron todo a su paso: lápidas, ropas de difuntos y hasta los propios féretros. «Aquí descansaban en paz», cuenta Fuente, «pero ahora el cementerio parece un campo de batalla, con restos y barro que cubren cada rincón.»
Mientras el lodo cubre los senderos que alguna vez recibieron a familias en duelo, prendas y objetos que acompañaban a los fallecidos ahora yacen dispersos en el suelo. Y, lo que es aún más doloroso, decenas de ataúdes y urnas han desaparecido, llevados por la corriente a destinos inciertos. Este devastador golpe ha dejado a muchas familias sin el único consuelo que les quedaba: el reposo en paz de sus seres queridos.
El alcance de esta catástrofe, para quienes lo han vivido de cerca, es emocionalmente comparable a la crisis de la pandemia de Covid-19. La abogada Montse Suárez, testigo de la confusión y el sufrimiento en Alfafar, lamenta la gravedad de la situación. Incluso existe riesgo sanitario debido a los ataúdes abiertos y restos expuestos. «Esto supera al Covid», comentó una psicóloga local que trabaja apoyando a los afectados; para muchas familias, revivir esta pérdida es una herida nueva y desgarradora.
Las autoridades locales enfrentan ahora el reto de asegurar entierros dignos. La urgencia es tal que varios ayuntamientos están solicitando donaciones de ataúdes y nichos para cubrir la gran demanda de sepulturas. En medio de la desolación, el apoyo comunitario y la solidaridad se están convirtiendo en las herramientas esenciales para superar esta crisis sin precedentes.
Para quienes han perdido el último lugar de descanso de sus seres queridos, la situación revive otros momentos trágicos. El experto en duelo César Cid rememora escenas de la pandemia, cuando muchos se despidieron de sus seres queridos en condiciones muy duras. Hoy, muchas familias en Alfafar y otros municipios valencianos vuelven a experimentar una pérdida similar.
Rosa Belmonte, periodista local, resume la magnitud de la situación: «Esto no es el Covid; en el Covid, al menos los negocios estaban en pie.» Ahora, junto con las pérdidas personales, los efectos económicos también están comenzando a emerger.
En Alfafar, los recuerdos han sido arrancados, y el descanso eterno interrumpido por un desastre natural que para muchos es difícil de asimilar. Esta tragedia, con sus profundas heridas visibles y emocionales, quedará marcada en la memoria de toda la comunidad.
Fuente: VER